La entrada en vigor del Reglamento de la UE sobre el etiquetado de vinos ha generado un revuelo en la industria vinícola, marcando un cambio significativo para las empresas y bodegas que operan en la UE.
La nueva normativa, efectiva desde el 8 de diciembre de 2023, exige la inclusión obligatoria de ingredientes, información nutricional y datos sobre reciclaje.
Transición a la etiqueta electrónica
La normativa permite a las empresas presentar la declaración nutricional y la lista de ingredientes de forma electrónica mediante etiquetas electrónicas, una opción bien recibida por las compañías comprometidas con la rápida implementación.
Tormenta de cambios a última hora
A solo dos semanas del plazo, la Comisión Europea publicó directrices que agregan un nuevo giro. Destacando la importancia de la «información alimentaria obligatoria», se establece que los códigos QR ya no son suficientes por sí solos.
Impacto en las etiquetas impresas
La nueva interpretación de la Comisión exige la inclusión de la palabra «ingredientes» junto al código QR, lo que plantea desafíos significativos para las etiquetas ya impresas y amenaza con la destrucción de millones de ellas.
Descontento y movilización
La comunidad vitivinícola, respaldada por varios Estados miembros y el Parlamento Europeo, ha expresado su descontento y preocupación ante esta interpretación tardía y sus posibles repercusiones en el mercado único de vinos.
Llamado a una modificación urgente
Existe una fuerte movilización para instar a la Comisión a modificar urgentemente las directrices, destacando la falta de realismo en el momento de su publicación y su impacto desproporcionado en la industria.
Este cambio de interpretación representa un desafío para la seguridad jurídica y genera incertidumbre en la industria vitivinícola, dejando a los productores en una carrera contra el tiempo para cumplir con los nuevos requisitos reglamentarios.